En el año 152 a.C., M. Claudio Marcelo sucedió en el mando a Nobilior. Su objetivo inicial fue controlar el Jalón y someter a Ocilis, lo que consiguió a través de sus buenos oficios de negociador, exigiendo sólo unos rehenes y 30 talentos de plata. Esta actitud conciliadora de Marcelo llevó también a Nertóbriga (Calatorao ?, Zaragoza) a pedir la paz, que se concretó en la entrega de 100 jinetes. Pero atacado Marcelo por sorpresa cuando se dirigía a la ciudad para concretar el pacto, la sitió con máquinas artilleras y construcciones de cerco, asolando su rica llanura, por lo que los nertobrigenses enviaron a un emisario, cubierto con piel de lobo, para solicitar la capitulación. Marcelo la aceptó, con la condición de que todas las ciudades celtibéricas se sometieran al acuerdo de paz, en condiciones similares al tratado de Graco (había sido firmado en el 179 a.C.).
Las ciudades celtibéricas enviaron emisarios a Roma para negociar la paz; pero mientras los representantes de las ciudades aliadas de la zona citerior fueron admitidos en Roma, los de las ciudades arévacas, consideradas enemigas, tuvieron que acampar fuera de la ciudad. Finalmente, el Senado romano no aceptó el tratado de paz, por lo que Marcelo recibió orden de reanudar la guerra. El general marchó contra Numancia y acampó a cinco estadios de la ciudad (posiblemente en el cerro del Castillejo, situado a un kilómetro); pero, antes de producirse el enfrentamiento entre romanos y numantinos, el jefe de éstos, Litennón, pidió negociar con Marcelo; se llegó a un acuerdo, que finalmente firmaron todos los celtíberos, por el que éstos tuvieron que pagar una fuerte indemnización de 600 talentos de plata (3,5 millones de denarios). Esta paz, que fue ratificada por el Senado romano, tuvo una larga duración, desde el 151 al 143 a.C.