Las 155 tumbas descubiertas ofrecen una estructura funeraria muy simple; consiste básicamente en un pequeño hoyo de dimensiones variables, en el que se depositan directamente los restos de la cremación acompañados del ajuar (conjunto de objetos personales entre los que predominan las armas y adornos de metal) y un pequeño vaso cerámico, que a modo de ofrenda se depositaba en la parte superior de la tumba, una vez cerrada ésta. Algunas piedras limitan y protegen, generalmente de forma parcial, los enterramientos y ajuares, observándose ligeras acumulaciones de ellas sobre las tumbas. Es frecuente la presencia de una pequeña laja de piedra hincada, dispuesta diferenciadamente entre las restantes piedras que delimitan la tumba. Algunos de los enterramientos están señalizados con estelas de piedra bruta visibles al exterior.
Los análisis morfológicos y químicos de los restos óseos quemados han proporcionado importantes datos para el conocimiento de aspectos relacionados con el ritual, así como con la dieta alimenticia, de la que se derivan implicaciones sociales, económicas y ambientales. Llama la atención la uniformidad de los restos humanos depositados en todas las tumbas, muy escasos y seleccionados (corresponden únicamente a zonas craneales y huesos largos) y fuertemente fragmentados, que indican una selección y manipulación de los restos óseos que se introducen en las tumbas. Los huesos fueron quemados a una temperatura que oscila entre 600 y 800 grados centígrados.