A la ciudad del siglo I a. C., posterior a la Numancia destruida por Escipión, hay que atribuir las cerámicas monócromas y polícromas más características y significativas de Numancia, por ofrecer en su decoración rasgos singulares y exclusivos. Ninguna otra ciudad celtibérica ha proporcionado ni tan abundante ni tan rica cerámica pintada. Las más numerosas son de barro rojo y están decoradas con pinturas negras, realizadas con óxido de hierro. Los temas representados son geométricos con predominio de los de línea recta, zonas de cruces que alternan con “svásticas” y aspas, ajedrezados, espirales, círculos y semicírculos concéntricos que se mezclan y alternan con figuras humanas completas o sólo cabeza y cuello; así como animales, que rara vez forman escenas, entre los que destacan aves, peces y alguna vez el toro.Otro conjunto, está constituido por cerámicas con decoración polícroma sobre barro rojo o blanco y amarillento, que ofrecen formas más suaves y figuras silueteadas en negro, con su interior relleno de color plano o líneas de tonos ocres, negros, siena, rojos o blancos, representando escenas humanas o de animales, a veces monstruosos, que muestran un gran expresionismo.Además, de su valor estético y artístico, las representaciones de las cerámicas nos permiten extraer información sobre aspectos de la vida y costumbres de los numantinos, como la vestimenta de hombres y mujeres, armamento (espadas, puñales, lanzas, escudos, cascos etc., del "Vaso de los Guerreros"), disfraces, máscaras (caballos, toros, aves, figuraciones vegetales), danzas o escenas "rituales" ("Jarra del domador de caballos", hombre tocado con asta de ciervo, danzantes con los brazos enfundados en astas de toro) y mortuorias (guerreros muertos picoteados por aves rapaces), así como esquematizaciones astrales del sol (svásticas o tetrasqueles) y la luna.