La historia de Numancia atrajo, a principios del siglo XX, el interés de los investigadores europeos, como Adolf Schulten -ayudado en los trabajos arqueológicos por Koennen y en los de topografía y estrategia militar por Lammerer-, que llevó a cabo los primeros estudios bajo el patrocinio del Kaisser Guillermo II (como coronel honorario del Regimiento de Dragones de Numancia), realizó excavaciones en la ciudad en 1905.
Los trabajos del equipo alemán coincidieron con la inauguración por el Rey Alfonso XIII del Monumento, construido por R. Benito Aceña, beneficiándose de su proyección, pero también se vieron afectadas por el ambiente de identidad nacional que envolvió este acontecimiento, produciéndose una reacción “contra la excavación por extranjeros en Numancia” (la defensa de la intelectualidad soriana la encabezó Gómez Santacruz), a lo que contribuyó el envío por Schulten de los materiales de la excavación a Alemania. De esta manera, se fue generando una corriente de opinión, cada vez más fuerte, que fue utilizada por los senadores sorianos para introducir en los presupuestos del Estado, de 1906, la partida necesaria para la adquisición de terrenos, gastos de excavación y el nombramiento de una Comisión de Excavaciones, para descubrir toda la planta de la ciudad.
De esta manera, Schulten (1945) quedó excluido de Numancia, aunque, gracias a la protección recibida de Saavedra, pudo llevar a cabo sus trabajos de excavación, entre 1906 y 1912, en los campamentos romanos de la Atalaya de Renieblas y en los del Cerco de Escipión, en el entorno de Numancia, inseparables de la historia y de la investigación de esta ciudad. Los resultados y reseñas de estos trabajos fueron recogidos en las revistas de investigación más acreditadas del momento, entrando así Numancia en la consideración general del mundo científico de principios del siglo.