Las Guerras Celtibéricas provocaron un doble problema a Roma, ya que además del enfrentamiento bélico, se tuvo que plantear el cambio del inicio de su año oficial. Éste tenía lugar en los Idus de Marzo (día 15), ya que era entronces cuando se nombraban los cargos anuales y se designaban los cónsules para hacer la guerra en Hispania, por lo que cuando los ejércitos romanos querían llegar al interior de la Meseta habían transcurrido tres meses, alcanzando el final de la primavera o principios del verano, lo que dejaba a los generales romanos poco tiempo para llevar a cabo sus objetivos, ya que la guerra en la antigüedad se hacía en primavera y verano.
Esta situación obligó al Senado a trasladar el inicio de su año oficial desde los Idus de Marzo a las kalendas de Enero (día 1). Como somos herederos del calendario romano (a excepción de los ajustes en relación con los años bisiestos, realizados por el Papa Gregorio), el hecho de que nuestro año empiece el 1 de Enero es consecuencia de los cambios producidos por las Guerras Celtibéricas, a partir del 153 a.C.